Un estímulo para la mente

Posted On 13.3.09 by Hierba Amarga |




Son las 00:43 horas y acabo de ver The Reader, una de las últimas novedades del cine contemporáneo. Dirigida por Stephen Daldry y producida por Sydney Pollack y Anthony Minghella (ambos fallecidos en 2008).

No soy experta en cine, soy más una cinéfila, una adicta a la imagen y al sonido, a la fotografía y a los guiones que puedan dejarme sin aliento... a las frases memorables que toquen alguna fibra oculta en mi interior y que hagan que las recuerde durante años.

El guión. Creo que no pudo haber tenido un mejor tratamiento. Suele ocurrir que aquellos guiones adaptados de novelas no resultan tener un ritmo óptimo al transformarse en film. Una novela, por su extensión, es difícil de sintetisarse en hora y algo de película cuando los detalles que ésta puede contener son variados y abundantes.

Música y fotografía. Acordes a la temática, con una calidez y sensibilidad adecuada.

Los actores. Kate Winslet hace gala una vez más de su versatilidad como actriz y deja en claro que no puede tener mejor ojo para escoger sus papeles y que su Oscar por Mejor Actriz no pudo estar mejor ganado. Y lo que en lo personal más me agrada de esta actriz, que se hiciera conocida por la melosa y rebuscada Titanic, es que ha sabido desmarcarse de los canones hollywoodenses y ha sido capaz de participar en filmes realmente intensos y lejanos a toda pretensión de popularidad. El joven David Kross (Michael), supo mantener hasta el final la intensidad y sensibilidad que exigía el papel que interpretaba. Reconozco nunca haberlo visto en alguna película, y si lo hice, no lo recuerdo. Pero sin duda posee un gran talento en papeles dramáticos.

Actúan también Ralph Fiennes y Lena Olin.

Luego de este somero análisis del film, creo que es necesario detenerme en el debate que se generó en mi mente mientras concurría la historia. Y eso es lo que me agrada de las películas, cuando resultan ser un verdadero estímulo y me permiten quedarme al acecho.

Tengo en mi cabeza loca una especia de Tag Cloud con diversos conceptos: amor, límites, moral, ética, justicia, injusticia, inocencia, maldad, ignorancia, conocimiento. A medida que se va develando la verdadera historia (que yo creí en principio se trataba de una tormentosa historia de amor entre una mujer y un menor de edad), van surgiendo cada uno de estos conceptos que me llevaron a debatir en mi interior acerca de hasta dónde somos capaces de llegar por amor, ¿respetamos los limites morales impuestos por la sociedad?, ¿somos capaces de pasar a llevar la ética con nuestros comportamientos cuando están regidos por la irracionalidad de los sentimientos?...Olvidamos lo bueno y lo malo... Nos quedamos embebidos discutiendo qué es lo bueno y qué es lo malo... Aplicamos el criterio de lo correcto y lo incorrecto según nuestra conveniencia, sobre todo cuando sabemos que estamos incurriendo en una falta pero preferimos ignorarla.

El conocimiento, la sabiduría y la ignorancia. Es increíble la diferencia que hace el saber y el no saber. La cultura y la incultura. Hannah, una mujer analfabeta que luego de verse envuelta en esta relación 'indecente' (como diría cierto profesor de ética y deontología de la Universidad) con Michael, un chico de 16 años, decide abandonarlo y servir a la S.S nazi como guardia en Auschwitz. Hannah, sin saber leer o escribir gusta de las lecturas de Michael, muestra sensibilidad, generosidad, bondad, no obstante, no se cuestiona al ser cómplice de los asesinatos cometidos en el campo de concentración donde opera. Por esto es muy importante fijarse en las respuestas que esta mujer da en el juicio al que es sometida por los crímenes del genocidio judío.

El conocimiento y la ignorancia marcan la diferencia entre tomar y no tomar tal o cual decisión. O bien, aún teniendo conocimiento de algo (si es bueno o malo) decidimos ignorar sus consecuencias y los límites que podemos estar traspasando.

Toda una discusión que transcurrió en mí mientras veía The Reader. Y bueno, quién no ha tomado una decisión basada en el desconocimiento de las barreras que sabemos, (pero decidimos ignorar) estamos violando. Cada uno con sus cadaunadas dicen los gallegos, y para eso está el libre albedrío dirían otros... Finalmente, cada quien es dueño de su propio destino y con el, de las acciones que decide ejecutar. Sólo queda encomendarse al buen juicio y al hacerse responsable de nuestros actos. Eso lo aprendí en el colegio... suena lindo no?


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